Mis queridos hermanos:
Luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel…(Lc,2-32)
Hoy este texto resuena en todos nuestros templos, dejándonos internamente una huella de seguridad. Sí, a cuarenta días de celebrar la Navidad, la liturgia nos ofrece disfrutar de esta celebración donde la LUZ es el centro, porque la Luz vino a cada uno de nosotros para que dejáramos de habitar en las tinieblas. Es por eso que hoy podemos decir con el anciano Simeón: Mis ojos han visto a tu Salvador.
Si nos atrevemos a profundizar en lo cotidiano de nuestras vidas, podemos preguntarnos: ¿quién de nosotros, humildemente, no puede decir que ha pasado progresivamente de la tiniebla a la luz, o del error al reconocimiento, o de la mentira a la verdad…? Reconocer que podemos salir de situaciones donde nuestra fragilidad es la que gana terreno, no sólo por el esfuerzo que supone por nuestra parte, sino también, y sobre todo, por la GRACIA de Dios, que nos precede y acompaña continuamente es ver al Señor. Y porque es Gracia divina, no podemos olvidar que contamos con ella al mismo tiempo que con nuestras fragilidades.
Decir que hemos visto al Señor, primero en nosotros mismos, es afirmar que nos sabemos amados, en camino y dispuestos a caminar por donde Él nos quiera llevar, y con toda verdad lo encontraremos después en la vida de nuestros hermanos. Primero en los de comunidad, si, allí también Él se hace Luz, a través de gestos como disculpar, justificar y tolerar…Se hace Luz desde el “buenos días” cotidiano y rutinario, hasta el desearnos un buen descanso. Se hace Luz cuando nos damos cuenta y buscamos servir con pequeños detalles, que alegran la vida del hermano que está pasando un momento triste, o de crisis, o simplemente llega de luchar y enfrentar la vida fuera de nuestras casas…
¡Se hace luz cuando tú y yo, también cansados, logramos esbozar una sonrisa para las hermanos y hermanos mayores, que van entregando cada día desde sus límites, su Sí! Se hace luz cuando comprendemos a los jóvenes, sin repetirle: “eso ya se ha hecho” y acogemos su propuesta novedosa, dejando que sueñen, como nos fue permitido a los que ya pasamos esa etapa… Se hace LUZ, cuando nuestros criterios no coinciden, pero aceptamos la búsqueda del Bien mayor, por encima de nuestras opiniones.
SÍ, es la fiesta de la LUZ y nosotros estamos hechos para vivir en la Luz, ser portadoras de ella y ¡qué hermoso es que podamos renovar ese deseo de ser LUZ hacia adentro de nuestras comunidades! Porque estamos convencidos de que es mucho más fácil serlo hacia afuera…
Ojalá que juntos podamos ser pequeñas luces, que brillen tanto adentro, que, por fuerza, se irradien hacia afuera y nuestro mundo sea beneficiado de la claridad que juntos podemos ofrecer.
Hoy también el texto nos dice cuál era la ofrenda: un par de tórtolas o dos pichones, es la ofrenda de los pobres…No importa que tu luz, sea poca, lo importante es que no deje de brillar y desde allí donde estés, permitas que tu luz llegue. No la pongas debajo de la cama, colócala encima y que tu Luz brille en la oscuridad de los que nos esperan, para vivir un hoy diferente.
Agradecemos a todos los consagrados, a los que ya gozan de Dios, que nos protejan y nos ayuden a ser fieles, como ellos a los que aún peregrinamos por estas tierras.
GRACIAS de corazón a todos los que se entregan desde el silencio y la oración, a todos los que cada día salen a visitar enfermos, a cuidarlos de noche. A todos los que se disponen a escuchar durante largos ratos y saben ofrecer palabras de consuelo A todos los que ofrecen educación alternativa, a todos los que acompañan jóvenes y niños, a todos los que comprenden los lentos pasos de los ancianos. A todos los que saben descifrar el idioma de los que no logran expresarse, a todos los que buscan recuperar a las personas en su dignidad, a todos los que nos entregan el PAN de la vida. A todos los que van animando, a todos los que sirven de puente, a todos los que viven sólo con lo necesario…Gracias, por ser luz, también para los consagrados!
En especial a aquellos que han venido a echar su red en esta isla, sabiendo que muchas veces no pescarán nada…
A todos y a cada uno: GRACIAS.
¡FELIZ DIA DE LA VIDA CONSAGRADA!